lunes, 22 de septiembre de 2014

LA VENTANA

Cuando la tarde caía, Guíller se asomaba a la ventana y
contemplaba los chicos como reían, jugaban y daban saltos de alegría, saltos que a él le hacían estremecerse cada vez más, y no era de alegría, sino de tristeza, ¿ por qué? se preguntaba él, cuando los veía jugar y reír como los seres más felices de la tierra, ¿yo no podía hacer esas cosas que tanto deben divertir, y de hecho es lo que me ayuda cada atardecer a asomarme a la ventana?,  ¿quizá yo era malo?.
No, yo jugaba con mi inocencia desde que yo recuerde, y me veía como un ser extraño a mí..., ¡que cosa más rara!, que yo me vea más extraño que ningún chico de los que había allí, ¿será porque me odio? Nada más lejos de la realidad, lo que es, es que me veía dentro desea ventana como otro niño ajeno a mí, y yo me metía dentro de los juegos de aquellos niños, los cuales a mi me parecían lo más hermoso que me ha dado la vida.
Yo, al ver a ese chico al otro lado de la ventana, lo veía un extraño, ajeno a todo aquello, y que ni él mismo sabia quien era, ni por que estaba ahí, con sus pensamientos, sus verdades, y deseos por lo que estaba viendo y un día él podría llegar a hacer. ¿Pero cuándo...?, en el momento en que dejara de pensar en las buenas cosas que se estaba perdiendo, y todo por una sencilla razón, por el miedo a ser ignorado, el miedo al insulto, y que él solo detrás de aquella ventana podía pensar todo lo que a él le viniera en mente, sin el temor de que nadie pueda contradecir sus pensamientos, ni reprocharle lo que hacía o decía.
Él se sentía él, Él hablaba nadie le contradecía, pero nadie le escuchaba. El tenia muchas cosas poro con nadie las comparta.
Una tarde estando en la ventana, Guiller digo: sí, soy Guiller, pero no soy niño. ¿Qué hago?
 Cogió la única cosa que le hacía falta para salir a la calle, “su sonrisa”, y se lanzó hacia ese mundo tan desconocido para él como un perro para un gato.
Una vez salió se quedó parado en la puerta, pensando… que mundo tan extraño me queda por conocer, y pensando en que no tenía que haber salido, cuando de pronto él oyó una voz que dijo:
_ ¡he chico, ven!
Él contestó _ ¿quien, yo?,
_ Si tú, ¿quieres jugar con nosotros?,
_ Bueno, contestó.,., abriendosele desde ese momento un mundo lleno de amistad, y de gente con buen corazón.

Y mirando hacia la ventana vio un cuarto oscuro donde se habían quedado todos los malos pensamientos y temores a lo desconocido, que una vez conoció y no quiso volver a cambiar por esas sensaciones llenas de Amor y de amistad.

Eugenio D. Llamas. ( Uge )

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