MIS RELATOS CORTOS

01 de Octubre de 2015
VOLVER A VER LA LUZ ( Superación Personal y discapacidad )

Al atardecer tus pupilas denotaban que algo estaba ocurriendo. La palidez de tu piel se mezclaba con la expresión de mi alma dolorida, el abismo que predecía al momento que iba a acontecer, solo lo presentíamos tú y yo. 

Ese instante no parecía acabar nunca, y tanto tú como yo, deseábamos que se acabase. El estar los dos juntos, uno frente al otro en aquella situación, esperando lo que en ningún momento pensaríamos que iría a ocurrir… cuando hace ya más de dos años nos prometíamos mutuo amor.
Eran días muy felices, en el que los dos paseábamos juntos intercambiándonos miradas de complicidad, que solo tú y yo sabíamos lo que significaban. Tu alma era libre, tus pasos eran firmes, sabias lo que querías, sabias que al estar junto a mí, el tiempo pasaría sin darnos cuenta, pero llenándolo con el amor y felicidad que nos embriagaba.
Tú y yo,  ya no éramos compatibles, lo que le gustaba a uno el otro no quería hacerlo, o creía que no podía ofrecérselo, no habían ya ganas de complacer, y todo ello por falta de amor, ese amor  que ya hacía tiempo que se había esfumado, ¡pero solo lo parecía!, porque los dos sabíamos que aún seguía latente, y lo sabíamos por una sencilla razón, y era que nos conocíamos demasiado.
En aquel lugar  donde tantas veces habíamos planeado cosas juntos, viajes, escapadas hacia ninguna parte, pero solo con el mero hecho de planearlas nos llenaba de satisfacción, el saber que juntos huiríamos de la monotonía de la ciudad. 
¡Y ahora solos, en aquella cafetería  escuchando el sonido ensordecedor de un bloque de hielo entre  los dos, y esperando uno a que el otro hablase, pero los dos sin atrevernos a decir ni una palabra!
Paseo matutino

_ Sabes que los dos juntos ya no podemos estar, sabes que lo nuestro ha sido muy bonito,  pero ya desde que te empezaste a preocupar por cosas que no tienen importancia , ni razón de ser, ya no somos los mismos en que un día lo compartíamos todo, ¿ lo sabes, no ?, dijo él.
Ella en el fondo de su corazón sabía que era verdad, pero no quiso decir nada debido a la situación por la que estaba atravesando en estos últimos años.
El lo había intentado todo, sabía que ella estaba atravesando una mala época, y más en estos últimos meses, ,   debido a su obsesión por no salir a la calle por la enfermedad que padecía, pero él no podía  más, la situación era insostenible.
Lo cierto es que si no cortaba esa relación,  también caería en una profunda depresión y entonces sí que no podría ayudarla de ninguna manera.
Él pensaba que si se diese cuenta de lo que es encontrarse sola, sin nadie a su lado en quien apoyarse cada vez que lo necesite,  reaccionaria y empezaría a valorar la vida, esa vida que él sí valoraba mucho,  a pesar  de encontrarse en una silla de ruedas y tener paralizado medio cuerpo. Pensaba que  era maravillosa, y  más estando junto a la persona que amas, y con la que puedes compartir toda clase de sentimientos y aficiones, como jugar al ajedrez, viajar juntos y pasear por las plazas y calles más bonitas de cada ciudad. 

Lo pensaba, y se lo decía muchas veces, - Mírame a mí, date cuenta de cómo estoy y lo mucho que valoro la vida, lo mucho que la disfruto, lo mucho que  necesito estar a tu lado compartiendo todo lo que compartíamos antes, me gustaría que pusieras algo de tu parte por volver a la situación en que tu vida la percibías de otra manera, lo primero por ti, y lo segundo por mí, para que empecemos a estar tan unidos como hace tiempo.
Ella no me dijo nada, ni una palabra, y al final nos despedimos como se despiden dos personas ajenas entre sí, sin mediar ni una palabra.
Paso un día…, y otro…, semanas enteras…, la situación era muy mala para mí, y sé que para ti aun sería peor, porque me necesitabas para calmar tu inestabilidad emocional.
Yo me acuerdo cuando nos conocimos, tu solo pensabas en pasar los ratos charlando conmigo, haciéndome  ver, que el problema que tenía hallándome  en una silla de ruedas sin movilidad alguna, no era tal problema, sino que yo tendría que aprender a convivir con lo que tenía, y darme cuenta de que no hay barreras, salvo las que se pone uno mismo. Al final después de un tiempo me di cuenta de lo que podía hacer, y de hecho disfrutaba  cada momento como si fuera el último, hasta nos fuimos un fin de semana a la estación de esquí,  que para mí era impensable  volver a esquiar, pero ahí estuvimos.
Al cabo de unas cuantas semanas, sin esperarlo sonó el timbre de la puerta, y cuál fue mi sorpresa que al abrirla estabas tú frente a mí, te arrojaste a mis  brazos,  y me dijiste que habías ido hace unas semanas al médico, y que llevabas tiempo mejorando, y volviendo a ver la luz que un día perdiste, abriéndosenos de nuevo el horizonte que creíamos perdido. 

SUPERACIÓN PERSONAL Y DISCAPACIDAD.


Susurrabale al oído mientras ella cantaba una dulce canción, no era una noche gris, sino una noche estrellada y cubierta de nebulosas y galaxias flotando en este universo perdido del que nunca sabremos el comienzo o el final.
EL SUSURRO DE LO CONCEBIDO
Ese susurro era tan tenue y sereno que hasta las más lánguidas gaviotas flotaban en el aire con un placer del que ni siquiera ellas esperaban que un día pudiesen sentir.
El susurro se integraba tan dulcemente, y entrelazaba con esa canción de cuna, que entre los dos no cabía tanta hermosura dentro de nuestro lecho, y justo a nuestro lado.
Era el susurro de la calma y la soledad, de a quien estábamos arropando. Esa vida que un día concebimos con tanto Amor. Era la vida de un recién llegado.
LA SEGURIDAD ( RELATO DEDICADO A MI HIJO ) 11 de febrero de 2015
                                                                                            Autor: Eugenio Llamas ( Uge )
LA CARTA  18 de Diciembre de 2014
Recibí una larga carta, cuatro folios por lo menos, llenos de una hermosa caligrafía, toda escrita con mayúsculas. Era de él, reconocí su letra al instante, como respuesta a la minúscula misiva que yo le envié unos días atrás.

El papel era exclusivo, la presentación muy cuidada, le había dedicado mucho tiempo, eso era innegable y, de alguna manera, le concedía al hecho una singular importancia. Tardé mucho en leerla, quizá para que ese momento no acabara nunca o, tal vez, por miedo a lo que me diría. Y tarde tanto en hacerlo que, finalmente,
jamas supe le contenido de la carta.
Bruscamente, desperté.


Autora: Reme ( Mi esposa )

UNA NOCHE INESPERADA.
La placida noche acechaba mientras nos disponíamos a retomar nuestra partida de party, la habíamos dejado a causa de un estruendo que oímos fuera de la morada, salimos todos, solo se quedaron dentro los niños, al salir nuestro perro nos dirigía hacia lo que nosotros creímos que podía ser algo espantoso debido al fuerte ruido ensordecedor.
Cuando nos acercamos donde estaba nuestro perro, se puso a ladrar furiosamente, y al agachar la cabeza vimos en el suelo una criatura que nos parecía ser un erizo…, lo cogimos con una pala y lo echamos fuera de la verja para que prosiguiese su camino.
Nos dispusimos a entrar en la casa, y ya estando dentro pensamos que ese estruendo no sabíamos de donde había salido, ya que el erizo no pudo haber realizado semejante ruido.
Estábamos pasando una velada formidable, pero el momento en que nuestros invitados se tenían que marchar estaba al llegar.
Nos despedimos con todo el entusiasmo con que se despide a unos seres queridos, lamentando su partida, y deseando volver otro día a compartir esos momentos tan maravillosos, que solo compartes con la gente que quieres.
Al poco tiempo de acostarnos oímos otra vez los ladridos de Johan, nuestro caniche, que no paraban de sonar cada vez más fuertes. Sabíamos que él no se ponía así por nada, y que tendría que ser algo que él no pudiese ahuyentar, con lo que yo salí de la casa quedándose mI esposa y mi hijo allí.
No es que tuviese miedo pero estaba un poco inquieto, por lo que pudiese acontecer, cuando de pronto los ladridos pararon, y yo al estar junto al perro, vi que allí no había nada.
¿Por qué ladraba entonces cono nunca antes lo había hecho?
Johan se quedó tranquilo y yo entonces me encaminé hacia la casa, para después avanzar hasta mi habitación, cuando mi sorpresa al entrar fue no encontrar allí a mi esposa. Corrí hacia la habitación del pequeño, y sí, el estaba allí, y a pesar del ruido y los ladridos del perro no se había despertado.
Corrí seguidamente a nuestra habitación, y cuál fue la sorpresa, que mi esposa se hallaba sentada en la silla delante del tocador cepillándose el cabello, y me dijo…, _ ¿porque has tardado tanto cariño? _, yo no sabía qué hacer,  si preguntarle donde estaba, o pensar que todo había sido fruto de mi imaginación.
No quise darle importancia, ya que hace unas semanas tuve un sueño en el que prácticamente pasaba lo mismo que lo que acababa de ocurrir, y del cual al final desperté.
Me acosté, y seguidamente mi esposa se dirigió a mi lado, esperando tener insaciables pasiones llenas de ternura y locura a la vez. Todo pasó como en un suspiro, nos llenamos de pasión y locura, hasta encontrar la cúspide que va de lo moral a lo inmoral, y posteriormente fundiéndonos el uno con el otro, hasta formar un todo. Finalmente nos dimos las buenas noches, y los dos caímos en un sueño profundo, ya que todo había sido agotador.
Al despertar yo me hallé solo con mi hijo y ahora pienso si todo fue un sueño, o hubo Amor de verdad.


E. Daniel   ( Uge )

LA VENTANA
Cuando la tarde caía, Guíller se asomaba a la ventana y
contemplaba los chicos como reían, jugaban y daban saltos de alegría, saltos que a él le hacían estremecerse cada vez más, y no era de alegría, sino de tristeza, ¿ por qué? se preguntaba él, cuando los veía jugar y reír como los seres más felices de la tierra, ¿yo no podía hacer esas cosas que tanto deben divertir, y de hecho es lo que me ayuda cada atardecer a asomarme a la ventana?,  ¿quizá yo era malo?.
No, yo jugaba con mi inocencia desde que yo recuerde, y me veía como un ser extraño a mí..., ¡que cosa más rara!, que yo me vea más extraño que ningún chico de los que había allí, ¿será porque me odio? Nada más lejos de la realidad, lo que es, es que me veía dentro desea ventana como otro niño ajeno a mí, y yo me metía dentro de los juegos de aquellos niños, los cuales a mi me parecían lo más hermoso que me ha dado la vida.
Yo, al ver a ese chico al otro lado de la ventana, lo veía un extraño, ajeno a todo aquello, y que ni él mismo sabia quien era, ni por que estaba ahí, con sus pensamientos, sus verdades, y deseos por lo que estaba viendo y un día él podría llegar a hacer. ¿Pero cuándo...?, en el momento en que dejara de pensar en las buenas cosas que se estaba perdiendo, y todo por una sencilla razón, por el miedo a ser ignorado, el miedo al insulto, y que él solo detrás de aquella ventana podía pensar todo lo que a él le viniera en mente, sin el temor de que nadie pueda contradecir sus pensamientos, ni reprocharle lo que hacía o decía.
Él se sentía él, Él hablaba nadie le contradecía, pero nadie le escuchaba. El tenia muchas cosas poro con nadie las comparta.
Una tarde estando en la ventana, Guiller digo: sí, soy Guiller, pero no soy niño. ¿Qué hago?
 Cogió la única cosa que le hacía falta para salir a la calle, “su sonrisa”, y se lanzó hacia ese mundo tan desconocido para él como un perro para un gato.
Una vez salió se quedó parado en la puerta, pensando… que mundo tan extraño me queda por conocer, y pensando en que no tenía que haber salido, cuando de pronto él oyó una voz que dijo:
_ ¡he chico, ven!
Él contestó _ ¿quien, yo?,
_ Si tú, ¿quieres jugar con nosotros?,
_ Bueno, contestó.,., abriendosele desde ese momento un mundo lleno de amistad, y de gente con buen corazón.

Y mirando hacia la ventana vio un cuarto oscuro donde se habían quedado todos los malos pensamientos y temores a lo desconocido, que una vez conoció y no quiso volver a cambiar por esas sensaciones llenas de Amor y de amistad.

Eugenio D. Llamas. ( Uge )