Dolor, que deja el alma tocada,
Dolor, cuya amargura tiñe de negro, hasta el algodón,
Dolor, espeso manto que no se puede quitar,
salvo
que te estrechen una mano, y la notes con
sabor a amistad.
Dolor, que duro es el dolor... y más, saber
que no se puede apagar.
Esa hierba que tiñe tu pantalón de esperanza,
La dicha de saber que tienes una mano que se
deja estrechar.
El suspiro de saber que tienes un oído al que
puedes hablar.
El gozo de no tener que desear nada más,
porque sabes que tienes
lo poco que te falta para ser feliz… Un oído al
que poder hablar,
y una mano que poder estrechar.
Así, el dolor no se hace eterno, es como un
suspiro que viene y se va.
E. Daniel. ( Uge )
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