miércoles, 12 de febrero de 2014

EL REGRESO


Viniendo ya de partida para mi casa, el reflejo de la farola dejaba
ver una sombra que parece ser me seguía, yo tranquilo de que no pasaría nada, seguí andando por esa larga callejuela estrecha que me lleva hasta mi hogar, hogar que por cierto a mí me parece mi hogar, mi casa, mi morada, como le quieras llamar, porque yo la verdad me siento muy agusto en el.
Bueno, prosigo con la historia porque no es para menos y es lo que he venido a contar, y de hecho no vais a estar aquí perdiendo el tiempo en escuchar palabrería que ni siquiera viene al cuento, - por donde iba, ah..., iba yo de camino a casa, yo al entrar en el portal, presentí, porque ver la verdad ya no veía nada, que aún estaba cerca de mí esa sombra.

Yo subí hasta mi casa, me metí en la habitación, me dispuse a quitarme la ropa para darme una ducha bien caliente pues había estado todo el día ensayando en mi estudio de música para el próximo concierto que íbamos a dar.
Y la verdad es que una ducha humeante en estos momentos era lo que más me apetecía, estuve bastante rato hasta que se llenó la bañera de agua sin darme cuenta, y como no, una vez llena, lo que me apetecía era tumbarme y meterme dentro, hasta que el cuerpo aguantase, o como suele pasar, el sonido del teléfono o de la puerta estropease ese momento tan maravilloso.
Pero no fue así, después de un suspiro desperté, me di cuenta que me había quedado dormido.
Me puse a salir de la bañera cuando de pronto sonó el timbre de la puerta y el teléfono a la vez, por supuesto me dispuse a ponerme mi albornoz, y con paso lento, porque el cuerpo no estaba para mas, me dirigí hacia la puerta, y al abrirla me di cuenta que no había nadie, al mismo tiempo dejó de sonar el teléfono.
Ya no me importaba nada, estaba cansadísimo, y más después de aquel baño reparador..., con lo que me puse mi pijama, lo que me hacia tener esa sensación de hogar no superada por nada, y me heché en la cama para disponerme a descansar.
El cansancio era tan grande que no podía dormir, pero me encontraba muy a gusto, demasiado pensaba yo.
Hasta que por fin me quede profundamente dormido.
Cuando desperté me daba la sensación de que había pasado una eternidad.
Y realmente así era, me dirigí al cuarto de baño como todas las mañanas, cuando de pronto, me vi allí tumbado en la bañera, no podía dar crédito a mis ojos, era yo, volví a la habitación, cuando me vi también acostado en la cama, salí corriendo hacia la puerta cuando de pronto una sombra apareció detrás, y de ella se escucho una voz que me dijo:
- Quieto, donde vas-, y de una noté como se metió dentro de mí, e hizo que me elevara viendo la situación que había quedado dentro de mi casa..., mis dos cuerpos tendidos en la cama y en la bañera.
Ya no supe nada más.

Eugenio Llamas  ( Uge )

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