Susurrabale
al oído mientras ella cantaba una dulce canción, no era una noche
gris, sino una noche estrellada y cubierta de nebulosas y galaxias
flotando en este universo perdido del que nunca sabremos el comienzo o
el final.
Ese
susurro era tan tenue y sereno que hasta las más lánguidas gaviotas
flotaban en el aire con un placer del que ni siquiera ellas esperaban que
un día pudiesen sentir.
El susurro se integraba tan dulcemente, y entrelazaba con esa canción de cuna, que entre los dos no cabía tanta hermosura dentro de nuestro lecho, y justo a nuestro lado.
Era el susurro de la calma y la soledad, de a quien estábamos arropando. Esa vida que un día concebimos con tanto Amor. Era la vida de un recién llegado.
Autor: Eugenio Llamas ( Uge )
EL SUSURRO DE LO CONCEBIDO |
El susurro se integraba tan dulcemente, y entrelazaba con esa canción de cuna, que entre los dos no cabía tanta hermosura dentro de nuestro lecho, y justo a nuestro lado.
Era el susurro de la calma y la soledad, de a quien estábamos arropando. Esa vida que un día concebimos con tanto Amor. Era la vida de un recién llegado.
Autor: Eugenio Llamas ( Uge )
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